Tengo que confesar una cosa. Me he pasado meses con el Premio JSiF tomando control de una buena parte de mi mente, me he presentado, he quedado finalista, pero... Este es el primer libro de Jordi que he leído. Tenía pendientísimo leer algo suyo, pero siempre pasaba algo y nunca lo hacía. Hace poco más de una semana fui a la librería (la única que merece tal nombre en mi ciudad, y tampoco es que esté muy bien abastecida) y, además de muchos de los libros recomendados por aquí, decidí comprar por fin un libro de Jordi. Nunca había escuchado hablar de Noche de viernes. Pero, entre los tres que había, fue el que más se me antojó, y decidí comprarlo.
Tengo otra confesión más. Al empezar a leer, al seguir avanzando hasta casi el final, el libro me decepcionó.
Noche de viernes parte de una idea bastante sencilla. Cinco chicos, de 17-18 años, salen de fiesta un viernes por la noche. Pero, desde el principio, sabemos que ese viernes será diferente a todos los anteriores. Aunque, hasta las últimas páginas, no comprendemos qué es lo que pasará.
Se intercalan diferentes narradores. Por un lado, un narrador omnisciente en tercera persona, que va relatando todos los sucesos de forma independiente a cada personaje, explicando los sentimientos de cada uno por igual. Y, por otro, capítulos cortos donde cada personaje habla en primera persona y se enfoca en sus sentimientos e impresiones sobre cada acontecimiento.
La historia está ambientada en los años 90, momento en que se escribe. Jordi busca que los cinco chicos sean "normales", no casos aislados, sino una representación de la juventud de esa época. Y fue aquí donde yo cometí mi error, confundí ser "normal" con ser "correcto", como si, por decirlos "normales", Jordi estuviera aprobando sus comportamientos. Eso fue lo que me llevó a decepcionarme.
Cada uno de los chicos tiene una serie de factores externos que lo llevan a sentirse mal esa noche de viernes. Ismael va a irse a la mili, y su novia acaba de plantarlo porque no quiere pasarse un año esperando. El padre de Mariano acaba de cancelar el fin de semana padre-hijo, seguramente a causa de la veinteañera con la que vive ahora, que está a punto de dar a luz. Lázaro ha hecho una pequeña astucia para sacarle propina extra a un ejecutivo cliente en su taller, pero de pronto siente en el dinero el peso de la dignidad perdida. El padre de José Luis sigue en el paro y no para de destruirse por culpa de la bebida. Su madre trabaja en un restaurante que cierra demasiado tarde, duerme pocas horas y se desvive por sacarlos a todos adelante. Serafín vive perdido entre complejos e inseguridades, con pasión y talento por la música pero sin valentía para hacerse un hueco en el mundo de esta. El ambiente en su casa es siempre el mismo, invadido por el recuerdo de un hermano fallecido a los tres años, que impide a sus padres fijarse en sus otros hijos y los marchita cada vez más.
Pero dentro de todo esto había elementos que me hacían enfadarme cada vez más con la historia. Todos los personajes son machistas, homófobos y probablemente un poco racistas. Y no me refiero a los estándares de ahora (no se le puede pedir a nadie que se adelante 30 años en el tiempo y tenga todas las ideas que tenemos actualmente), sino incluso a los de su propia década. Isidro, el hermano de Ismael, es homosexual, y eso supone todo un trauma familiar. Nunca viene a casa, su silla está siempre vacía, e Ismael no se digna a pensar en él. Varias veces otros personajes afirman que ha tenido novias para diferenciarse de la homosexualidad de su hermano. Sobre el machismo... Cuando Mercedes, hermana de José Luis, se va con toda clase de hombres, a todos les parece completamente reprobable. En cambio, cuando Lázaro cambia de chica cada semana y José Luis está con dos al mismo tiempo, nadie dice nada al respecto. Y sobre la forma en que tratan a las mujeres, mejor no empezar a hablar...
De lo que yo no me di cuenta fue de que, aunque no fuese "correcto", sí era "normal". Y lo que Jordi hacía no era aprobar, sino reflejar a la sociedad de su época, y, como entendí al final, reflejar sus consecuencias.
Mientras iba leyendo, probablemente por la decepción que sentía, creí que la historia tenía el mismo objetivo de siempre: Cinco chicos inocentes caen en el alcohol y en las drogas, creyendo que no pueden hacerles ningún daño. Uno se pasa de la cantidad debida, y, antes de darse cuenta, está muerto o en el hospital. Los demás se quedan reflexionando eternamente sobre los perjuicios de las drogas, al igual que el lector, que después de leer el libro no vuelve a acercarse a ellas.
Por eso leer el final (que era completamente distinto al esperado, pero que no puedo contar por aquí) me impactó tanto. Porque entendí el objetivo de Jordi, entendí el reflejo que quería hacer de la sociedad y de los jóvenes, y entendí hasta qué punto todos esos detalles habían sido importantes, habían ido construyendo una espiral de la que yo ni siquiera me había dado cuenta.
Y fui consciente de hasta qué punto me había equivocado.
¿Alguien lo ha leído? ¿A alguien le ha pasado algo así con algún libro? :)
Estaba pensando en buscar alguna otra cosa de Jordi, a ver si está igual de bien y para seguir compensando el no haber leído nada suyo durante todo este tiempo. ¿Alguna recomendación?
Y firmo con una sonrisita, porque la parrafada me ha quedado más corta de lo que esperaba jejeje 😊
Yo de Jordi he leído, sobre todo, cuando era más pequeña y me encantan sus libros más infantiles/para preadolescentes. Mi favorito era Diario de un pardillo y, de hecho, estoy esperando con muchas ganas a que mi hermano cumpla los trece para regalárselo. De sus historias más juveniles, reconozco que tengo varias muy pendientes, pero no he leído ninguna. Así que me apunto este que, además, creo que lo hay en la biblioteca de mi pueblo.