Tenía pendiente escribir esta reseña desde hace eones precisamente porque fue el libro que me mandaron leer en el instituto por este tercer trimestre.
No quiero aburriros con explicaciones teóricas sobre cómo escribía Baroja o qué rasgos de la generación del 98 se aprecian en su escritura, pues son cosas que estamos hartos de escuchar en clase de Literatura, pero sí centrarme en algunos aspectos de su vida y, sobre todo, en por qué he disfrutado tanto de esta novela y se ha convertido en una de mis favoritas del año.
Primero de todo, Pío Baroja y Nessi nació en San Sebastian un 28 de diciembre de 1872 y falleció en 1956. Era el tercero de cuatro hermanos* y desde siempre tuvo una personalidad especial, era muy sensible a las cosas que pasaban a su alrededor, más bien tímido y un tanto enfermizo. Personalmente, tengo la teoría de que podía ser PAS (Persona Altamente Sensible), pero dejo esa historia para otro momento. Se doctoró en Medicina, profesión que acabó abandonando en pos de la literatura (novela y teatro), además de por la fuerte decepción que le provocó el ámbito médico. Tras varias novelas publicadas, en 1944 vio la luz "Desde la última vuelta del camino", su autobiografía.
Estos datos no importan solo para conocer al autor, sino también porque están profundamente relacionados con "El árbol de la ciencia". ¿Por qué? Porque esta historia protagonizada por el joven Andrés Hurtado es, en esencia, una novelización de muchos aspectos de la vida de Baroja. Andrés es un chico taciturno y algo depresivo que comienza la carrera de Medicina en el Madrid de cambio de siglo (XIX a XX) con muchas ganas e ilusión por aprender. Sin embargo, su burbuja ideal de la universidad se rompe y se da de bruces con la realidad: profesores viejos anclados en el pasado, alumnos que se dedican a burlarse de ellos y con nulo interés por aprender, hombres a los que solo les interesa ir de fiesta en lugar de dedicarse a la medicina... Vamos, que el protagonista no empieza con muy buen pie. Por si fuera poco, las relaciones en casa con su padre y hermanos son más bien tensas: solo se lleva bien con su única hermana y con el pequeño Luisito, que será una figura muy importante para él durante toda su trayectoria. Pese a su desilusión, en la universidad conoce a Julio y Montaner, condiscípulos a los que trata con frecuencia (de hecho, Montaner era amigo suyo del instituto) y que le abren puertas a conocer a otras personas como las Minglanillas, madre e hijas, de las cuáles una de ellas, Lulú, marcará el destino de Andrés para siempre.
La novela comienza con Andrés universitario y atraviesa los diferentes momentos de su vida hasta llegar al final que se esperaba de un hombre como él en aquella época. Con lo cual, es un recorrido de experiencias y primeras veces que hacemos de su mano. Esa es una de las razones por las que más me ha atraído el libro, poder ver al personaje crecer y desarrollarse a lo largo del tiempo, apreciando cómo cambiaba o no su forma de ver el mundo con cada nueva experiencia acumulada.
Otro punto a destacar son las descripciones. Pío Baroja tiene una habilidad especial para retratar lugares con sus palabras. Esto es muy muy notable cuando describe los pueblos de Burgos y Andalucía, todo su colorido y naturaleza en comparación con un Madrid gris e inhumano (pese a que los pueblos también tengan lo suyo).
Del mismo modo, los personajes, aunque en el 90% de la trama son solo un punto de apoyo o contraposición al protagonista (característica de la gen. del 98), creo que tienen un gran potencial. No me hubiera importado conocerles en profundidad y explorar más de sus vivencias, en especial de Iturrioz y Lulú (LULÚ, REINA, GUAPÍSIMA, ERES UNA DIVA Y TE QUIERO MUCHO).
Por último (podría pasarme chillando por este libro horas, pero tampoco quiero petar el foro), la aproximación a la filosofía y los diferentes dilemas morales que se plantean en diversas conversaciones, me han parecido interesantísimos y me han dado mucho que reflexionar. En concreto, aparecen teorías de Schopenhauer, Kant y un poco del empirismo de Hume. Que no os asuste esto porque aunque en primera instancia pueda parecer difícil de abordar, Baroja lo hace muy claro a través de un vocabulario sencillo y para nada enrevesado.
He elegido este título para la reseña porque siento que, al menos yo, a veces me da cierta pereza o respeto acercarme a los grandes literatos españoles porque los veo demasiado lejos de mi contexto o de mi forma de pensar. Con "El árbol de la ciencia", nada más lejos de la realidad. Los problemas políticos de aquel entonces que plantea y lo impactante que resulta ver que en ciertos aspectos no hemos avanzado, un siglo después; las mordaces críticas que hace contra la gente que no siente pasión por lo que hace, que no tiene verdaderos valores para vivir en sociedad; las inquietudes de Andrés que, basado en el propio Baroja o no, no deja de ser un muchacho que empieza a descubrir el mundo y a abrirse camino a través de él, que solo busca encontrar su sitio, me han hecho sentirme muy identificada con la historia. Por eso os animo a que les deis una oportunidad aunque penséis que no es vuestro estilo, porque igual os lleváis una sorpresa.
Así que.., Contadme. ¿Habéis leído a Baroja? ¿Qué os pareció? ¿Hay algún libro clásico español que os llame la atención pero con el que no os atreváis a dar el paso?
**Aprovecho también para que decir que os animéis a buscar sobre su hermana Carmen Baroja (también conocida por su seudónimo Vera de Alzate) que fue una mujer súper interesante y transgresora para su época y se merece el mismo reconocimiento que Pío.
Me ha encantado!! Apuntadísimo 😊
Los clásicos y yo hemos tenido una relación bastante peculiar. A los diez años, porque sí, decidí que iba a ser "culta". Durante un par de meses abandoné por completo lo que leía entonces (juvenil esencialmente) para ponerme con clásicos puros. Me leí El lazarillo de Tormes (cuando volví a leerlo unos años después descubrí que no me había enterado de la mitad), Historia de la vida del Buscón, el principio de La Celestina (mi madre me lo quitó en cuanto lo descubrió, al parecer no quería una hija traumatizada), muchos clásicos ingleses y estadounidenses (Robinson Crusoe, Tom Sawyer, una buena parte de Moby Dick...), la mitad de la Ilíada (en una de esas traducciones realmente incomprehensibles) y la mitad del Quijote. Estaba decidida a terminar este último, pero al final tuve que reconocer que no me enteraba de nada. Saqué la conclusión de que la cultura no era eso, y que ya tendría tiempo para ponerme con ella después 🤣
Estos últimos tiempos he tenido bastantes ganas de retomar los clásicos, pero la vida es ella misma y no he tenido tantísimo tiempo. En general, tanto de literatura española como de mexicana, creo que me falta bastante.
No sé si cuenta como clásico, pero hace unas semanas me terminé Nada, de Carmen Laforet (1945, generación de la posguerra). Lo mencioné en respuesta al comentario de @Javier Navarro-Soto Egea en "Recomendaciones". La verdad es que me fascinó, y me dejó con muchas ganas de seguir con libros parecidos.