Qué he aprendido de los libros
El otro día se me ocurrió que sería interesante tener una entrada para compartir CUALQUIER COSA y repito, cualquier cosa, que hayamos aprendido leyendo un libro. Desde lecciones vitales, hasta cosas más prácticas o curiosidades estúpidas. Y repito, todo vale y será bienvenido.
Empiezo yo:
Esto primero lo leí en El Diario de Bridget Jones. Es un consejo bastante útil: cuando presentes a dos personas, además de los nombres, debes añadir un par de características suyas para que no queden mirándose en medio de un silencio incómodo y tengan base para comenzar una conversación. Ejemplo: “X, este es G, vive en nosedónde, aunque ahora mismo está buscando un piso para mudarse.” o “G, este es X, somos compañeros de trabajo y todos los fin de semanas salimos a entrenar juntos para correr la media maratón.”
Lo segundo creo que lo leí en Mi familia y otros animales: los caracoles son hermafroditas. No tenía ni idea, pero se lo comenté a mi madre y por lo visto en un dato bastante conocido. Supongo que a un desastre en biología como yo se le habrá pasado por alto…
ME ENCANTA ME ENCANTA ME ENCANTA.
Apuntadísima.
De Luces del norte, de Philipp Pullman, aprendí que los globos aerostáticos pueden llenarse haciendo un agujero profundo en algún lugar con una reserva de algún gas e inflar el globo con lo que salga del agujero (cuando se necesita bajar, se va dejando salir el gas, cuando se quiere subir, se sueltan sacos de tierra). Aparte, claro está, del mecanismo con aire caliente, donde el globo es muchísimo más grande y se enciende una (insertar palabra que no conozco) para que caliente el aire del globo y, al disminuir su densidad, lo haga subir.
Además, se lo comenté a mi madre en una extraña conversación sobre globos aerostáticos (¿alguien más tiene conversaciones surrealistas con su familia?), y desde entonces no puede decirme que la literatura juvenil no sirve para nada.
Y de León el africano, de Amin Maalouf (que por cierto recomiendo muchísimo, especialmente a quienes estén interesados por la histórica), aprendí que en Tombuctú pasó algo más aparte de la llegada del baúl con el mayordomo de Los aristogatos.
Desde entonces nació mi obsesión por Tombuctú. Puede que cuelguen gatos muertos de los cables (eso lo leí investigando por mi cuenta, fue un poco disuasorio), pero a pesar de todo en algún punto de mi vida estoy decidida a visitarlo.
P.D.: Lo de presentar así a las personas siempre lo hago!! Aunque suele ser más algo como: "Este es Alonso, es narcisista pero no quiere reconocerlo, ahh, y también se vanagloria por ahí de hacer splits verticales a los que denomina patadas de taekwondo. Y esta es Anita, que está loquísima pero es muy linda persona". (¿Se nota mucho que son reales, verdad? Finjamos que esto nunca ocurrió). Lo que pasa después, claro, es que las personas se mueren de risa pero no saben de dónde sacar conversación.
Lo de los caracoles lo supe a mis cuatro años. Recuerdo pensar: "Es práctico... ¿Por qué no somos así las personas? Habría menos problemas..." 🤣