Vivir de escribir. Soñar demasiado
Hoy acabo de caer en la cuenta de que todavía no hemos abierto entrada sobre este tema. Y teniendo en cuenta que un alto porcentaje de mi cabeza vive en él, me ha extrañado bastante...
Creo que ya he dejado claro varias veces que soy una soñadora empedernida. Me paso el día soñando con todo lo que podría escribir, todos los lugares hasta donde podría llegar... Y, aunque una parte de mí es consciente de que la probabilidad tiende a hacer actos de presencia, dejo que mi cabeza siga soñando lo que quiera. Durante mucho tiempo tuve miedo de soñar. Supongo que por eso no empecé a escribir hasta hace dos años, cuando he sabido durante toda mi vida que eso es lo que quiero hacer. Pero en algún momento decidí atreverme a soñar. Y, aunque muchos sueños no se han cumplido, he descubierto que soñar sigue mereciendo su precio. Al menos, de momento.
Creo que el mundo de la escritura tiene su parte hermosa, pero también su parte "maldita". Porque atrapa con sus sueños, y después no cumple sus promesas.
Tengo que confesar algo: no me creo que haya alguien aquí que no haya soñado con vivir de escribir. Y tampoco me creo que haya alguien que no haya tenido miedo de ese sueño.
Podríamos decir que hay dos grupos por aquí. Por un lado, los que nos lanzamos de cabeza a la boca del lobo (@Layla del Bosque, yo y supongo que muchos más no declarados) y los que se quedan con los pies en el suelo y piensan en cosas más razonables (@Astrid.G, @Inés Sousa y una buena parte de las personitas por aquí).
Me gustaría conocer las razones de cada uno para estar en el lado donde está :)
@Jimena G.G. La verdad es que todavía no entiendo muy bien cómo pasó 🤣
Estuve 3 meses en París con mi madre, por ahí de 2018. No sé si muchas de las madres de por aquí son así, pero la mía siempre estaba empeñada en que tuviera miles de clases de todo tipo de cosas, para que no me "aburriera" (realidad: nunca me aburro, existen los libros, pero a ver quién convence a una madre). Total, que en París no tenía clases de nada, y mi madre entró en crisis. Básicamente fue preguntándole a los vecinos (en una calle de 200 metros) si podían darme clase de algo. Así, en nuestro edificio encontró a un pianista, que siguió con las clases de piano que ya tomaba en México; un poco más abajo me dio clases un pintor, medio ciego, que hacía pinturas con las típicas manchas impresionistas, no por la técnica, sino por el hecho de que así era como veía el mundo; y justo enfrente había una costurera. Hacía ropa cara, para bodas y eventos importantes. Pero creo que se la podría calificar de "experimental". Usaba telas con motivos africanos, diseños poco comunes... Nunca había dado clases, pero la pregunta la tomó tan de sorpresa que dijo que sí (además cobraba baratísimo, porque no le dio tiempo a pensar bien un precio). Y estaba fascinadísima conmigo. Así que cuando me fui me dijo que, si me quería dedicar a eso, fuera con ella para que me recomendase en escuelas parisinas de alta costura. Creo que me quedé así 😮 por un par de minutos.
Me pregunto si haber tenido una vida con tanta locura ha influido en lo loco que es todo lo que escribo 🤣