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Cristina Mula Moreno
31 mar 2021
In Reseñas
Hace algún tiempo, no soportaba "Tristán e Isolda." Sentía asco por aquellas novelas románticas, casi Shakespearianas, llenas de amor y muerte, donde los personajes daban la vida por la persona que amaban. La idea de anteponer otra persona a ti misma de una manera tan rotunda me parecía terrible. Y mira que soy la primera en reconocer que un libro puede ser muy bueno aunque su mensaje no lo sea. El problema era que las historias como la de Tristán e Isolda triunfan. La literatura está llena de ellas. Y como el arte es tan importante a la hora de entender e interpretar el mundo que nos rodea, es innegable que este tipo de novelas nos afectan y nos han afectado siempre. La idea del amor romántico que tenemos actualmente ha sido cocida a fuego lento durante siglos. La literatura ha perpetuado toda una serie de creencias que, sin darnos cuenta, nos hacen daño. Los celos. La posesión. La pérdida definitiva de la individualidad. Perdonarlo todo «por amor». No soportaba a Tristán e Isolda por haber ayudado a configurar estas ideas. Por este motivo, cuando lo leí, me sorprendí. Porque me gustó. El argumento es sencillo: dos jóvenes se enamoran, pero no pueden estar juntos, y tienen que luchar por su relación. Sin embargo, pronto me sorprendí. Porque los personajes eran algo más redondos del que esperaba. Tristán no era un héroe perfecto. Era muy bueno en todo lo que hacía, pero manipulaba y pensaba siempre en sí mismo. Aun así, la tierna relación que mantenía con su tió generaba empatía. Isolda, por otro lado, no era tonta. No se dejaba llevar por sus sentimientos. Mantenía la cabeza fría y no olvidaba que aquel chico le había mentido. Todo ello hacía su relación más interesante. No querían estar juntos. Ni siquiera se gustaban. Y tampoco se incurre en el tópico de pasar del odio al amor porque no se enamoran. Los enamoran. Su sentimiento nace de un filtro amoroso y no de ellos mismos y, francamente, es lo último que esperaba leer. Resulta hasta cómico. La forma hacía muy ágil la lectura, dado que el punto de vista era un narrador omnisciente en tercera persona que te ahorraba las descripciones innecesarias y te explicaba exactamente lo que querías saber. Lo hacía con una estructura lineal, donde el tiempo narrativo avanzaba siguiendo la vida de Tristán. El espacio histórico es la Edad Media, aunque no sea un hecho crucial en la narrativa. Se podría decir que el tiempo es idílico. El espacio no se acaba de concretar, pero lo podríamos situar entre la Bretaña Francesa y Cornualles. El lenguaje es bello y cuidado, sin caer en barroquismos, pero sin ser simple. El estilo tiene un carácter poético muy sugerente. Volviendo a las peligrosas consecuencias de este libro y los de su especie, hablaré del contexto en el que se concibió. Tristán e Isolda se sitúa en el siglo XII. A pesar de ser anónimo, se puede adivinar en él una voluntad de autor. Por primera vez, el arte se alejaba de la religión y aparecía un nuevo público lector: las clases acomodadas. Nos encontramos, pues, en los orígenes de la novela moderna. A veces se atribuye la historia original a Chrétien de Troies, pero esto no tiene sentido porque él la criticaba. En todo caso, podría haberla escrito en su juventud para después arrepentirse, evolucionando del mismo modo que Homero lo hizo. El texto en cuestión es una reconstrucción de Joseph Bédier de finales del siglo XIX de la conocida y extendida leyenda. De forma que gran parte de la historia es invención suya. Tristán e Isolda puso de moda el adulterio. Es una de las obras que extendieron la idea del amor cortés: un amor romántico, tierno, que solo se podía encontrar fuera del matrimonio. En realidad, este tópico me parece una consecuencia lógica de la falta de libertad que había en la Edad Media. Tiene sentido la existencia de este tipo de historias y cómo mucha gente las interiorizó y reprodujo. Era una manera de escapar de la realidad o, quizás, de construir otra nueva. Menciono este hecho para demostrar cómo la gente a menudo imita lo que encuentra a la ficción, y por qué me parecía que Tristán e Isolda, al hablar de dependencia y celos y sacrificio, no hacía ningún favor a los lectores y a la sociedad heredera de su legado. El caso es que una vez leí el libro, me pareció que estaba muy bien escrito. Esto me hizo abrir algo más los ojos. Entonces se me ocurrió otra manera de entender esta historia. Quizás, algunas de las ideas que transmite han contribuido a configurar la idea del amor romántico que ha imperado durante siglos. Y, quizás, esta idea no es del todo buena para nosotros. Pero una vez que somos conscientes, podemos hacer una lectura más crítica de lo que leemos para no reproducir inconscientemente estos tópicos. Entonces encontré en esta historia una expresión del amor más profundo, puro y visceral. Una completa exageración de lo que nos puede pasar, de lo que podemos llegar a sentir, de forma que cualquiera se puede sentir identificado con Tristán e Isolda. Si los personajes actúan con desesperación por amor, abandonándose a sí mismos tan completamente al otro, es precisamente por la fuerza de su sentimiento. Es un intento de expresar hasta qué punto el amor nos puede remover por dentro, independientemente de qué valores y qué ideales decidamos adoptar, independientemente de qué hagamos con este sentimiento. El hecho de que se enamoren por un filtro, refuerza la idea de que el amor es arbitrario e inesperado. Casi mágico. Y esta inmensidad, esta manera tan acertada de expresar la que es una parte importante de nuestras vidas, es lo que hace que cualquier persona pueda emocionarse e identificarse con la historia. Por eso personas de culturas y épocas diferentes lo han leído y todavía lo leen. No deja de despertar interés. Por eso es un clásico. ******************************************** ¿Lo habéis leído? Si es así, ¿qué os ha parecido? ✨📜📕📖✨
Tristán, Isolda y el amor romántico 🏹🥀 content media
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Cristina Mula Moreno

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