Manual para ser un imbécil
Abro esta entrada para todo el que quiera desahogarse, para el que quiera escupir todo lo que la vida no le deja, para el que el mundo le castigue y aun así lo siga cargando sobre sus hombros, pues es lo que más necesito yo y espero que ayude a alguno que se halle en mi misma posición.
Una cosa que me sorprende es que la decadencia de mi salud mental complementa a mis capacidades expresivas, siendo capaz de escribir mejor y siendo un completo despropósito cuando realmente necesito ser yo mismo sin trabarme ni temblar, que asco. Todas las fisuras que hoy me dan nombre y apellido, que me marcan y forman cicatriz en forma de cenizas que un día fueron ardiente fuego están quemándome, erradicándome apasionadamente. Sí, están ardiendo como nunca, eso que tendría que estar muerto a mi lado está vivo, pero para mi desgracia. Un manantial llorando lagrimas de la más dulce agua, solo para ser evaporada por un sucio y desagradable calor que impide al mar formarse, sequía absoluta. Un sueño que me transporta al mundo ideal, sujetando las manos de quien amo, dejándome envolver por una pura oscuridad que no quiero abandonar jamás, insomnio causado por quien no quiere que soñemos y mucho menos convertir esas imaginaciones en la más bonita vida, la más deseada realidad. Quiero arder, por sádico que suene, quiero dejarme reducir por el fuego que me derrite y me cautiva, me emociona y me motiva, ¿A qué?, al imposible, un imposible cuyo futuro se halla entre los brotes de la tinta de mi pluma. Lo más mínimo es lo más preciado, ya lo decía Sherlock y hoy le hago alusión, soñar a lo grande es ser más pequeño aún, querer por querer es vivir por vivir; amar no entra en esa descripción, amar es lo que me da forma. Mis manos están frías, a pesar de todo. Mis manos no están entrelazadas en las suyas, separadas por una fuerza inquebrantable por el ser que soy, y sueño cada día por ser ese ser que sea capaz de hacerlo un "seamos". Aspiro a demasiado, a mucho para uno solo, `pero al futuro para el que deseo cada cosa que pasa por mi cabeza no pertenezco solo yo, estas lagrimas no son solo mías, ni yo mismo me pertenezco, estoy ya entregado a lo que será mi futuro, sin duda alguna cuando lo menciono, aunque todo lo que pueda dar se refugie en la escritura y la expresión del amor en tristes versos. Puedo parecer un imbécil por aspirar a ello, por seguir y confiar en hacer feliz a quien más quiero del mundo, bienvenido a mi manual, el manual para ser un imbécil, estáis todos invitados a firmar vuestra sentencia de muerte por amor, a despotricar y llorar lo ya llorado y a desear lo que aunque hoy parece imposible, mañana no lo será.
Soy un firme defensor de la idea que expone que los mejores textos, incluyendo relatos, ensayos, lírica o, simplemente, palabras aleatorias que juntas quedan poéticamente bien, son los hechos sin un contexto previo, sin una idea marcada, sin un prólogo, más allá de la tambaleante razón, existente a elección del autor. Las mejores historias surgen de un "y si...", pero el simple hecho de que surjan de un pensamiento previo ya da veda a cambios, a alteraciones necesarias para la trama. Cuando un texto encaja tan bien que no necesita cambios, que no hace falta pararse a pensar más allá del próximo caracter, es cuando un texto es puro. ¿Es este hecho comparable con la vida real, con el ciclo vital de un ser nómada y buscador eterno como es el humano? Oh, sí. Una sorpresa puede tener precedentes y no dejar de serlo, una maceta que cae de un balcón para caer a los pies de un inocente transeúnte no cae por antojo del azar, aunque así le parezca al taquicárdico que abajo se plantea ese "y si..." que arruina la historia. Quizá ella tuviera que ir a la oficina de correos un par de kilómetros más allá porque la de su barrio ha cerrado por alguna razón incomprensible, quizá el decidiese cambiar su ruta de paseo matutino porque delante del parque por el que siempre pasa hay un par de fumadores que no quiere tener el gusto de conocer, ni de oler. Quizá dos enemigos que quisieran vivir en dos mundos distintos se convierten en el mundo del otro. Quizá las casualidades no existen. Dos personas no se conocen hasta que aprenden a conocer sin las palabras, dos personas no se conocen hasta que se aprenden sin querer, dos personas no se conocen hasta que se enseñan a perder la noción del tiempo por años. Conocer es muy difícil, va mucho después que amar, que prometer y que disfrutar. Hay quien conoce, quien conoce y sabe que le queda por descubrir, pero que conoce tan a fondo que sin saber lo que hay sabe que le va a enamorar igual. Conocer es dejar de usar el verbo "serías" por "serás" para después cambiar el "serás" por "seremos". Un sueño es mejor aún sigues soñando al despertar. Lo que voy a decir a continuación puede ser algo controversial, pero la vida es mejor con miedo. El miedo es una barrera que romper, es un enemigo formidable al que enfrentarse y no tener a quien enfrentarte puede ser demoledor. Por poner un ejemplo, saquemos la palabra que hace que el mar del internet se convierta en un caos absoluto, "sociedad". ¿Cuál es el miedo de la sociedad? El cambio. Si un hombre que siempre ha llevado el pelo suelto se lo recoge, se lo comen. Si una mujer que siempre había llevado el pelo largo se lo rapa, se la comen. Preguntémosle a los autores de las fechorías el por qué. "Porque es antinatural", "Porque quiere llamar la atención", "Por m******". Creo que ya se empieza a notar la repetición. El miedo lleva a la irracionalidad, y la irracionalidad, en su mayoría, da miedo. La irracionalidad no se puede cambiar, es un ser difuso completamente moldeable, es una bala imposible de esquivar, aunque no duela, aunque sea insignificante, si el blanco es lo suficientemente endeble, le alcanza. Los miedos para una pareja suelen ser el pensar que eres insuficiente, el pensar que quizá te están engañando, el pensar que no lo haces tan bien como el anterior, el desconocimiento del interior de sus pensamientos, pero, ¿Qué hay de las personas que, además de amarse, se conocen?, ¿Cuál es su mayor miedo? Este miedo es uno de esos miedos irracionales, que no tienen porque ocurrir nunca pero no se sabe si ocurrirá hasta el día de tu muerte, que no para de atormentarte por si el tren está llegando o no tiene pensado salir, y lo peor de este tren es, que al llegar, deja sobre el andén al resto de miedos antes mencionados, los miedos de quienes no se conocen. Monotonía. La monotonía es ese miedo que te hace dudar entre si conoces a quien jurarías conocer como la palma de tu mano. No hay quien lo pilote más que el mismo portador, como un tumor que, a pesar de no manifestarse, te consume la mente por si será esta misma noche cuando empezará a consumirte más allá de mentalmente. Pero, si tan malo es este miedo, ¿Por qué comenté antes que la vida es mejor con él? Bueno, una vida sin lucha es más monótona aún. Una vida con besos por obligación es mucho peor que una vida con besos apasionados, por si mañana esa llama se apaga. Una vida con tocamientos sobre la ropa es peor que una vida sin la necesidad de amarse más allá de lo de siempre, que aún así siempre es distinto que la última vez. Una vida escrita a dos manos desde su primera letra es mejor que un libro completamente comercial, por muchos lectores que tenga, ninguno vale la pena. Por eso, seguiré escribiendo nuestra historia con tu mano sobre la mía, sujetándola cada día mas fuerte, no dejándote caer por nada en el mundo. Hagamos de esta vida un viaje a rebosar de carcajadas hasta el mismo final, una vida repleta de emociones, una vida cuya única monotonía sea el amor infinito. Una vida con el determinante posesivo "nuestro", tras cada palabra. Luchemos, luchemos juntos, para siempre.
- Este texto ha sido escrito sin contexto alguno, simplemente me he puesto a escribir y a expresar emociones de la forma más espontanea que he podido. -
Espero que algún día, si no lo hacéis, logréis conocer, es la sensación más preciosa del mundo.
Espero que algún día el cielo se llene de promesas tan intensas como la mía.
Espero que algún día todo el mundo baile en sintonía, hasta entonces, bailaré de la mano de mi amada.