Damas, caballeros y seres fuera de la ley: aquí se viene otra de mis locuras. Hacer comparaciones en este asunto es un poco complicado, pero no dudaría en decir que va a ser una de las mayores. A todo el que esté interesado en la escritura/locura más experimental de todas las que he conocido, le recomiendo seguir leyendo.
Antes que nada, presentaré a la autora. Amélie Nothomb es belga, de la parte francófona, lo que hace que medio universo (incluida yo cuando me despisto) piense que es francesa. Es muy conocida en el mundo francófono, pero bastante ignorada más allá de él. Desde su primera novela, Higiene del asesino (1992, a sus 26 años), de la que estoy enamoradísima y he hablado en un montón de entradas, publica alrededor de una novela anual, superando cada vez sus niveles de experimentación.
En general tiene una pluma muy suelta, salta de temas constantemente y deja a la coherencia bastante relegada. Sus libros se las arreglan para atrapar al lector siempre que está desprevenido. Al mismo tiempo, presta mucha atención al uso de palabras exactas, precisas, inesperadas, sin que eso vuelva en absoluto pesados sus libros (no he tardado más de tres días en leer nada suyo). Y todo lo que escribe está lleno de un indeleble espíritu propio.
Un detalle. Leo sus libros en francés, así que no sé cómo serán las traducciones. Espero que estén a la altura de los originales.
Ahora sí, voy con Biografía del hambre. El libro pertenece al género denominado "auto-ficción" (hasta donde tengo entendido, el término se usa casi esencialmente en literatura francófona), una especie de autobiografía novelada. Cuenta la vida de la autora hasta aproximadamente sus 22 años de edad, enfocándose especialmente en los primeros años.
Podríamos decir que la novela se construye en torno a una "metáfora" (estoy segura de que la autora no usaría esa palabra, pero no se me ocurre otra): el hambre como el deseo de conseguir cosas. Los países que han sufrido hambre son los que más luchan por conseguir cosas, por llegar cada vez más lejos. En cambio, en los escasísimos lugares donde nunca ha existido, luchar por algo parece absurdo. Ella ve a su vida definida por un hambre constante.
Hija de un diplomático belga, Amélie (cuyo nombre en realidad es Fabienne Claire, aunque ninguno de los dos aparece a lo largo de la novela) pasa su infancia recorriendo el mundo.
Sus primeros cuatro años, que retrata como los más intensamente vividos, pasan en Japón. Ahí están Nishio-San, su segunda madre, y el yochien, su escuela, que no le gusta en absoluto. También es ahí donde nace su potomanía, su amor por el agua, que es su elemento. Y es ahí donde descubre su hambre.
Después viene China, lo opuesto a Japón. El control, la opresión. Nueva York, con sus enormes edificios y su vida extravagante. Bangladesh, con su miseria infinita.
Antes de empezar a leer el libro, lo imaginaba como algo lleno de fechas, de datos, de comentarios lógicos sobre todo. Supongo que debería haberme recordado quién es la autora antes de pensar eso.
La novela lo cuenta todo desde la siempre inesperada mirada de Amélie. Se abstiene de mencionar hechos que no le afectan, y solo habla de fechas cuando menciona su edad (cosa importantísima para todos los niños). Salta de anécdotas concretas a largas narraciones, asegurándose de tener siempre impactado al lector. Tampoco se censura en absoluto, dejando muy claro cuánto detesta a su hermano (ser casi invisible a lo largo del libro) y lo maravillosa que es su hermana, Juliette, la única que la quiere por quién es.
Una cosa que me gustó especialmente fue la sensación de conocer a la autora sin conocerla. Por un lado, destila su propia personalidad, su visión del mundo tan ilógica a primera vista (y a segunda, y a tercera...). Da la sensación de sentirla, de conocerla de verdad. Por otro lado, es completamente lejana, escapa de todo, se transforma cada vez.
El libro es bastante corto, 190 páginas. A veces dan ganas de alargarlo, de tener detalles sobre todos los momentos que la autora simplemente se salta volando. Pero, al menos yo, creo que es parte de su esencia. Fresco, libre e incompleto. Dejando que cada uno rellene a su manera todo lo que falta. En resumen: no le cambiaría una sola palabra.
No sé hasta qué punto es real o no lo que cuenta la historia. Con la autora que tiene, es imposible adivinarlo. En cualquier caso, tanto como relato de vivencias como de historia esencialmente inventada, lo que ha escrito me parece increíble. Tal vez destile mucha locura, tal vez sea porque mi mente tiene su parecido con la de Amélie (momento de ligero narcisismo), pero recomiendo muchísimo este libro.
En el grupo "Citas literarias" (al que, por cierto, está invitadísimo todo el mundo), puse una lista enorme de citas de este libro. Aquí pondré solo una, que si no esto se me va a volver infinito. La traducción es mía. No tengo demasiada experiencia, pero qué se le va a hacer...:
«Leyó entonces mi historia de huevo. No esperaba de ella una apreciación.
Me lo regresó con un único comentario:
—Es autobiográfico.
En efecto, en el huevo gigante, el amarillo no había resistido al golpe de estado de los jóvenes revolucionarios. Se había extendido en el blanco y esta apocalipsis de lecitina había provocado la explosión de la cáscara. El huevo se había entonces metamorfoseado en una titanesca tortilla espacial que evolucionaría en el vacío hasta el final de los tiempos.
Sí, debía ser eso, una autobiografía.»
¿Alguien ha leído algo de la autora? ¿O alguna obra de los mismos niveles de locura y experimentalidad? ¿Alguien con ganas de adentrarse en el género?
Hola! Me ha encantado tu reseña. Lo único que he leído parecido a literatura experimental es "Expiación" de Ian McEwan, que lo definiría como un homenaje al vanguardismo. Pongo por aquí una cita del libro donde se ve muy bien. Es lo que piensa la protagonista, una joven con aspiración de ser escritora:
"Un novelista moderno no podía crear personajes y tramas del mismo modo que un compositor moderno tampoco podía componer una sinfonía de Mozart. Lo que a ella le interesaba era el pensamiento, la percepción, las sensaciones, la mente consciente como un río a través del tiempo, y el modo de representar el flujo de su avance, así como todos los afluentes que lo engrosaban y los obstáculos que podían desviarlo. Ojalá lograse reproducir la luz clara de una mañana de verano, las sensaciones de un niño delante de una ventana, la curva y el descenso del vuelo de una golondrina sobre una charca. La novela del futuro sería distinta de todo lo que se había escrito en el pasado."
Por cierto, me encantaría estar en el grupo de citas literarias!!